Los caminos de la vida

Hoy no tengo ganas de cantar, me duele todo, más bien las piernas y no se anden pensando mal, no es porque les haya dado el uso que normalmente le doy, al contrario, por hacer algo que más bien nunca hago.

Me invitaron a Cobá, aquí en la selva pasando Tulun, o Tulum que se yo. Me recomendaron que me fuera lo más cómodo posible, de preferencia sin maquillaje porque caminar y caminar en la selva pues te hace sudar. Me choca cuando me piden que no me maquille aunque dicen que lo hacen por mi bien. Y es que me conocen bien, digo, saben que no me alcanza para maquillajes caros y finos y jamás gastaré mis pocos centavos en maquillajes discretos, como de señorita en colegio de monjas. Saludos a todas las monjitas.

Pues aunque no me maquillé me fui algo femenina, no tenía ganas de ir como Errático el doblador, sino como la bella, sensual y sobretodo natural Errática. Al principio me preguntaba por qué chingados acepté ir a las ruinas, que cansado, caminar y no ligar, pero siempre es bueno aprender y hacer cosas diferentes así que acepté.

Pues de Playa tomamos un transporte colectivo. Nos lanzábamos a Tulun. El bello pueblito con playas maravillosas y cielos de película de estar guars.

Una no se da cuenta porque vivir en el tercer mundo se hace hábito, pero pobres turistas, el transporte colectivo el cual es una van de 11 pasajeros, sucia, ruidosa e incómoda, la llenan de gentes, los que quepan, no importa como se sienten si es que tienen la suerte de sentarse. Hasta medio parados, como en pecera. 14 personas en un lugar de 11, ya ni la chingan!, y así, manejando esa camioneta por una de las carreteras más peligrosas del sur de México, la Cancún-Tulum. Ni modos, ¿qué espera una por $25 pesitos? (al pagarlos al final pensaba híjoles, con esto me alcanzaban casi 3 cheves!!!).

Llegamos a Tulum, por la carretera, por cierto, enfrente de la entrada de las ruinas arquiolósgicas hay un edifico abandonado, no es alto, es pequeño, no es feo pero tampoco bonito sólo está ahí, abandonado. Mientras un alemán se bajó para miar en donde podía, yo me puse atenta, con eso de que me da por leer los anuncios, pues pegado a la pared del edificio, ahí mismo en la entrada había un cartel que decía ma o menos así:

"Prohibida la entrada a este edificio. Entre bajo su propio riesgo, adentro hay dispositivos de seguridad altamente peligrosos para los intrusos, el hecho de no hacer caso a este letrero hace que los intrusos salgan muy mal heridos o muertos"

¿Qué? ay Dios si tenía curiosidad por saber que es el lugar, ora tengo más, ¿qué pueden ser esos dispositivos altamente peligrosos para los intrusos?

Total, seguimos con nuestro camino de la vida rumbo a Cobá. Nos bajamos donde el amable chofer del colectivo nos indicó, en el crucero. De ahí se supone tomaríamos otro colectivo a las ruinas y listo. Pues ni tan listo. Ya que a esa hora ya no pasaban los colectivos, así que le preguntamos a un amable taxista de Tulun (Sindicato de Taxistas de Tulun: Los Tiburones del Caribe como se hacen llamar) cuánto nos cobraría. Nada más y nada menos que veintiun dólar. No, no señor, nos está confundiendo, no somos americanos, no hay pedo que nos llame frijoleros, somos mexicanos, y su respuesta fue: es lo mismo (con acento de por acá). Se nos hizo caro así que preguntamos en una tiendita y nos dijero que tomáramos otro taxi, ya sea de color verde verde o azúl azúl. Que ese taxi nos llevaría por mucho menos. Así que esperamos y llegó uno. Dicho y hecho, nos cobraba $30 pesitos... ya trepadados redepente salieron de la nada dos taxis de Tulun, los rojito con blanco, nos cerró y nos obligó a bajar a la de ya. El pobre chofer del taxi verde nos pidió asustado que nos bajármos. Que si no lo hacíamos, a él lo podían multar, incluso quitarle su cochesito. Por lo que entendimos, esos taxis verdes o azules solo transportan a gentes de Yucatán, muy fácil de reconocer, y los taxis de Tulum transportan a las demás gentes, sin importar de donde sean, pero que no sean de Yucatán. Cosas raras con las mafias. Pues nos seguimos negando a pagar $21 dólar y caminamos un poco. Un señor con retroescabadora se ofreció a llevarnos, en verdad, subirme como pasajera de una máquina de esas siempre ha sido mi sueño desde niña, pero como íbamos hasta Cobá no nos llevó. En fin, un buen samaristano taxista de Tulun se nos acercó y ofreció llevarnos por $16 dólar. Mucho mejor.

Llegamos a Cobá y como una loca, corrí hacia la entrada, todavía no entraba y ya me estaba gustando mucho el lugarcito, mágico. Mucha ruina, mucha cosa por ver pero lo que si me sorprendió y mucho fue la pirámide mayor del lugar. Con 42 m de altura, quesque la más grande de la península de Yucatán, se llama Nohoch Mul. Impresionante. Como una loca subí sin detenerme, tenía que continuar con mi camino por la vida, conociendo y descubriendo cosas nuevas para mi. Al llegar hasta arriba me cagué. Estaba altísimo. Sorprendentemente alto y la bajada se veía más impresionante y peligrosa que la subida. Pánico. Pero como subí bajé, rápido y concentrada, si me detenía a la mitad me daba un infarto, ahí descubrí mi terror a las alturas pero de alguna manera lo superé. Porque así son los caminos de la vida. Si una no supera sus miedos se queda atorada. Ahora nomás me falta superar mi hiper mega pánico a las cucarachas y a manejar. Volar también me da miedo, pero de eso no me preocupo, no creo que tenga que volar en mucho mucho tiempo.