3. La media vuelta

Como los vampiros, de día no salgo o si lo hago por extrema urgencia es como varoncito discreto, naiden me reconoce con eso de que tengo la barba bieeen cerrada hasta las muchachas se me quedan viendo. Despierto tarde porque vivo más de noche, entre que si el show en el clubcito donde trabajo y la copa en algún lado y si se liga algo pos al motelito, porque a mi casa no entra ningún hombre... exepto yo.

Hoy por la mañana tuve que salir, más tiempo me llevó la desmaquillada que la salida. Estaba super cruda, hoy es domingo y ayer fue sábado y tuve show. Fui por aspirinas a la farmacia, me dolía tanto la cabeza que ni dormir podía. Aunque vivo en un pueblo pequeño nunca me había tocado que al salir de día me encontrara a alguien conocido. Total, daba igual porque nadie me reconoce pero me puse nerviosa porque me encontré con José Luis, el muchacho que me anda pretendiendo. Iba con su uniforme de taxista porque en este pueblo los taxistas usan uniforme y se veía mucho más feo de lo que se ve vestido normal, como hombrecito.

Estaba parado afuera de la farmacia tomándose una pepsi y platicaba como que con un amigo. Actitud de macho, macho, macho. Tan macho que en realidad le gustan las vestidas como yo, mínimo eso creo. Tuve la oportunidad de verlo sin que él notara que era yo quién estaba ahí. Se veía segurito, tranquilito, yo creo que nomás conmigo se ha de poner nerviso. Y yo que me pongo nerviosa con cualesquier cosa, al verlo y estar ahí tan espuesta sudaba hasta del culo del nervio y fingía que estaba ahí, en la calle como que esperando agarrar un taxi. La muy lista de yo sólo le hacía la parada a los taxis que iban con gentes para que no se pararan porque a dónde iría si me trepaban y con qué le pagaría. Quedaría como una tonta. Pero más quedé como una tonta porque él notó mi insitencia por tomar un taxi que se ofreció a llevarme. Y yo lo miré fijamente tratando de parecer segura de mi misma con actitud de macho y le dije: No gracias, estoy hasta la madre, estoy harta. Me dí la media vuelta y me fui rezando a la virgencita que no me haya reconocido.